Lo que Rata me dejó
- María Paulina Mejía
- 14 ene
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 ene
Rata acaba de morir. Yo... mientras escribo estas palabras, siento lágrimas burbujear detrás de mis ojos. Y escribo esto, debo decirlo, sobre todo, como un ejercicio de comprender lo que, desde hace un par de días viene ocurriéndome, gracias a Rata.
Lo encontré tirado en el jardín. Los perros lo habían golpeado. Por una pequeña marca en su sien derecha supe que había recibido el golpe en la cabeza; golpe que, según él me cuenta, lo dejó con una sensación de confusión muy grande, y la incapacidad para dominar su cuerpo debido a un fuerte mareo, a una espesa neblina mental.
Me quedé inmóvil por un instante cuando lo vi tendido en el suelo. Había alzado a varias ratas muertas, pero nunca una que hubiese sobrevivido al ataque de los perros. No sé de dónde, llevando a cuestas una historia como la de tantos en la que las ratas son animales peligrosos y sucios que hay que exterminar cuanto antes, tomé a Rata en mis manos y lo llevé adentro. En un canastico con forma de corazón puse un trapo viejo, pero limpio... muy limpio, y lo acosté.
Rata estaba en shock, temblaba de miedo, no podía moverse. El corazón se me partía en mil pedazos al verlo en tal fragilidad. Sin saber lo que hacía, decidí sin decidirlo que no lo abandonaría a su suerte.
Imágenes de personas gritando de terror hacia las ratas... de mí, dando alaridos de pánico en una ocasión cuando, siendo mi hija apenas una niñita, un ratón se coló debajo de la puerta del apartamento, aparecieron varias veces en mi cabeza mientras lo observaba respirar agitado por el trauma. Fue imposible reconciliar esas escenas con la vulnerabilidad que observaba en aquella criatura.
De nuevo, se asoman lágrimas en mis ojos y me compadezco de mí. De todos esos momentos en los que he sido dura de pensamiento y de acción hacia animales que nunca me hicieron daño: cucarachas, zancudos, ratones y ratas, para ser precisa. Y ahí estaba Rata, ese ser pequeño y debilitado... poniendo su vida en mis manos, sin reparo. Con plena confianza. En total entrega.
No sé qué me pasó, no entiendo qué me impulsó a alzarlo del suelo y a cuidarlo hasta su partida. Quizá la clara imposibilidad de dejar a un ser desvalido morir en abandono. Tampoco estoy segura de qué me permitió limpiarlo, cambiarle su cama, darle de beber con una jeringa de tamaño desproporcionado para su boca diminuta y poner en sus manitas trozos de concentrado para perro —algo que aquí a las ratas y a los ratones les encanta comer—, sin que, en ningún momento, temiera ser mordida por él. Cuánto disfrutó la comida y el agua, aún en medio de su difícil estado de postración. Jamás se lamentó de dolor. Y nunca me percibió como una amenaza. Me atrevería a afirmar que fue todo lo contrario.
Aunque era improbable, Rata podría decidir vivir. Así que evité generar con él un nivel de conexión emocional más allá del suficiente para cuidarlo con amor y con respeto. De esa forma no contaminaría su naturaleza salvaje y libre. Creo haberlo hecho bien. Con lo que no contaba, sin embargo, era con que una rata dejara en mí sentimientos de conmiseración y de ternura. Nunca, ni en el más absurdo de mis sueños, habría adivinado que la partida de una rata me arrancaría lágrimas, como esas que se sueltan en medio del duelo por la ausencia de un ser al que se amó.
Pero, ya ves... Aquí me encuentro ahora, con el corazón apretado y reteniendo el llanto para poder terminar esta entrada, luego de haber dado sepultura a una rata común de esas que a tantas personas hacen enloquecer de pánico,
Querido Rata, gracias. Algo en mí cambió gracias a ti. Espero que esta humana, cuya especie es tu más grande depredadora, haya hecho de tus últimos días de vida una experiencia digna y placentera. Hasta pronto. Nos veremos de nuevo en el Cielo.
Que hermoso e inspirador relato...gracias Paulina por compartirlo 🫂
Hola . Hace algunos años tuve una bella experiencias con una ratita, y me hizo quererlas y sentir compasión por ellas.... Fue Muy bonito y tú historia y de rata, también es muy linda y tierna..
Un fuerte abrazo.