Habitaciones Conscienciales: Cómo encender la luz cuando entres en una habitación oscura.
- María Paulina Mejía

- 26 sept
- 3 Min. de lectura
Antes de entrar en el tema de hoy, permíteme recordarte activar tu discernimiento a la hora de leer mis entradas y ver mis videos, ya que, ni yo ni nadie, tenemos la verdad absoluta sobre nada, no importa cuánto parezca que sí. Y porque el camino de cada una y cada uno es personal, lo cual implica, entre otras cosas, que no todo lo que se publica corresponde al tuyo, o sea algo para lo cual estés preparada (o) en este preciso momento. Dicho esto, te invito a ser responsable con la forma en la consumes este y cualquier otro contenido.
Ahora sí... ¡empecemos!
Permíteme relacionar las habitaciones conscienciales a los diferentes estados de ánimo en los que podemos caer. Muchas veces entramos y salimos de diferentes estados de ánimo sin siquiera anticiparlo, por lo que se nos hace difícil darles manejo. Sobre todo, cuando se trata de los que nos hacen difícil la existencia.
Las habitaciones conscienciales a las que me refiero son dos: la habitación oscura y la habitación de luz. La habitación oscura, como podrás adivinar, es aquella en la que nos encontramos cuando nuestro estado de ánimo está bajo; bien sea por tristeza, miedo, confusión, sensación de soledad o abandono, desesperanza, desilusión, resentimiento, culpa, o cualquier sentimiento de esos que nos apabullan y nos debilitan. La habitación de luz, por otra parte, es el estado de ánimo que comprendería los contrarios a los sentimientos mencionados arriba y con los que aflora, en pocas palabras, el deseo de vivir.
Ya que que en esta entrada lo que quiero es dejarte con recursos, te comparto dos que uso yo misma cuando me veo atrapada en una habitación oscura a la que quiero o necesito encender la luz. El primero es este: Acuéstate en tu cama en posición fetal y cúbrete completa (o) con la cobija, cabeza incluida. Quédate en esa posición, sin intentar controlar nada. Puede ser que llores o que suspires o que necesites respirar profundamente o que debas apretar los dientes o las manos... El ánimo en el que te encuentres será el que oriente a tu cuerpo para que pueda sostenerte en el estado en el que estás. Tu energía, o llámale ánimo si prefieres, ha cambiará en algún momento. Puede ser que sientas alegría de repente, calma o simplemente ya no necesites estar más tiempo así porque has recuperado las fuerzas para continuar con tu día.
El segundo recurso es el siguiente: Busca un lugar en el que puedas estar sola (o) por un rato. Siéntate, respira profundamente, pon el puño de una mano dentro de tu otra mano y aprieta tus manos, así, unidas como están, hacia tus muslos. Agacha la cabeza hacia tu pecho, respira profundamente y permite que el ánimo en el que estás oriente lo que sea que suceda: llanto, suspiros... Igual que en el ejercicio anterior, tu energía o ánimo se transformará y podrás seguir adelante con tu día.
Un tercer y último recurso que compartiré contigo hoy, aunque hay muchos más, es repetir una oración que tenga un valor importante para ti, tantas veces como sea necesario y hasta que tu energía cambie. Una oración religiosa o de cualquiera que sea el credo que sigas, quiero decir... Si es que practicas alguna religión. Estas oraciones, poemas o mantras espirituales tienen una fuerza en sí mismas que pueden contribuir a que, sin ponerles ninguna intención en particular, tu ánimo mejore.
De esta manera, usando herramientas sencillas que tenemos todos a la mano, puedes encender la luz cuando entres en una habitación oscura. Porque las habitaciones oscuras no desaparecerán, ya que forman parte de la vida física. Si bien volvernos evasivas (os) ante nuestras tribulaciones no es jamás lo que pretendo sugerir, tampoco tenemos por qué condenarnos a quedarnos atrapadas (os) en la habitación oscura por más tiempo del apenas saludable.
Espero que el contenido de esta entrada te haya dejado algo significativo para tu vida cotidiana.
Gracias por leerme.
Hasta una próxima oportunidad.
Amorosamente,
MARÍA PAULINA
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